Víctor de la Cruz Guie’ sti’ diidxazá. La flor de la palabra
ENVIADO POR EL EDITOR EL Martes, 29/10/2024 - 15:57:00 PMIrma Pineda*
Al referirnos a la literatura mexicana, tenemos que referirnos también a la literatura que existe desde antes de la escritura y que ha tenido trascendencia como portadora y comunicadora del sentir y del pensar de los diferentes pueblos que conforman esta nación pluricultural. Además de considerarla como una forma de preservación, que recurre a la metáfora para recoger, guardar y reproducir la memoria colectiva, o para crear desde lo individual, retomando los elementos de la cultura originaria, convirtiendo así a la literatura en un acervo que da elementos para la identidad y el desarrollo cultural.
En el caso de los binnizá o zapotecos del Istmo, nos hemos caracterizado por una vasta producción literaria. Inicialmente fue sólo oral, recreándose en la boca de nuestros padres y abuelos en los crepúsculos junto al pozo o en el patio de la casa, bajo la sombra de los tamarindos o los viejos pochotes; después, casi a finales del siglo diecinueve se empezaron a producir los primeros relatos o poemas escritos con los cuales, y desde entonces, los binnizá no hemos dejado de figurar en el panorama nacional e internacional.
Aunque la historia de los binnizá ya no es posible referirla ni entenderla sin el nombre de una figura que de cuando en cuando solía pasear por el centro de Juchitán o entre los caminos arbolados de Laollaga; me refiero a Víctor de la Cruz, poeta, investigador, ensayista e incansable promotor de la cultura de los zapotecas, fallecido en 2015. Desde finales de los años sesenta, a la par de sus actividades como estudiante de leyes en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y de su dedicación a la creación literaria, promovió de manera importante la cultura zapoteca en ámbitos fuera del regional, a través de sus textos y mediante la edición de la revista Neza Cubi (el camino nuevo), que vino a darle continuidad a la primera publicación de los binnizá en la década de 1930, nombrada Neza (El camino).
Ya en los años setentas Víctor de la Cruz también creó y dirigió la revista Guchachi Reza (Iguana Rajada), con la cual se hicieron importantes aportes a la cultura de los binnizá, ya que en sus páginas se difundió la literatura local, las traducciones al diidxazá de autores universales, ensayos, documentos históricos, artículos de investigación e incluso discusiones académicas. Desde estas primeras publicaciones, Víctor de la Cruz ya evidencia su preocupación por la identidad indígena, esto lo podemos percibir en su poema “Tu laanu, tu lanu/¿Quiénes somos? ¿Cuál es nuestro nombre?”:
Tu laanu, tu lanu
Guinié’, gabe’ ya huaxhinni;
gabe’ ya lu gueela’.
Tu guinienia’, xi guinié’
pa guiruti’ guinni ndaani’ yoo
ne nisi berendxinga ribidxiaa riuaadia’ga’.
Pa guinié’ ya, pa guinié’ co’
tu cayabe’ ya, tu cayabe’ co’;
paraa biree co’ ne ya di ya’
ne tu canienia’ lu gueela’.
Tu gudixhe ca diidxa’ di’ lu gui’chi’.
Xiñee rucaa binni lu gui’chi’
ne cadi lu guidxilayú:
laa naro’ba’,
nalaga, naziuula’.
Xiñee qué ruca’nu’ xa guibá’
guirá’ ni rini’ íquenu
ne riale ladxido’no.
Xiñee qué ruca’nu’ lu bandaga yaa,
lu za, lu nisa,
ndaani’ batananu.
Xiñee gui’chi’,
paraa biree gui’chi’,
gasti’ cá lu,
gutaguna’ diidxa’ riree ruaanu,
diidxa’ biruba ca bixhozególanu lu guie,
ni bí’ndacabe lu gueela’
ra biyaacabe,
ni bitieecabe guriá lídxicabe,
ndaani’ xhiu’du’cabe,
ra yoo la’hui’ stícabe.
Ni bedané diidxa’ biropa,
bedaguuti stiidxanu ne laanu,
bedaguxhatañee binni xquídxinu,
sícasi ñácanu bicuti’
biaba lu yaga, nexhe’layú.
Tu laanu, tu lanu.
¿Quiénes somos? ¿Cuál es nuestro nombre?
Hablar, decir sí a la noche;
decir sí a la obscuridad.
¿Con quién hablar?, ¿qué decir?
si no hay nadie en casa,
y tan sólo oigo el gemir del grillo.
Si digo sí, si digo no,
¿a quién digo sí?, ¿a quién digo no?
¿De dónde salió este no y este sí
y, con quién hablo en medio de esta obscuridad?
¿Quién escribió estas palabras en papel?
¿Por qué escribe la gente sobre papel
y no sobre la tierra?
Es grande,
es ancha... es larga.
¿Por qué no escribimos en el cielo
lo que dicen nuestras mentes,
y lo que nace en nuestros corazones?
¿Por qué no escribimos sobre las verdes hojas,
sobre las nubes, sobre el agua,
en la palma de la mano?
¿Por qué sobre papel?
¿dónde nació el papel?
¡nada dice!
y encierra las palabras que salen de nuestra boca:
la palabra que cincelaron nuestros abuelos sobre las piedras,
la que cantaron en la noche,
cuando hicieron su danza,
la que usaron para decorar sus casas,
dentro de sus santuarios,
en sus palacios reales.
Quien trajo la segunda lengua
acabó con la nuestra, y nos mató,
vino a pisotear la gente del pueblo
como si fuéramos gusanos
caídos del árbol, tirados en la tierra.
¿Quiénes somos, cuál es nuestro nombre?
De la Cruz muestra interés, además, por profundizar en el conocimiento sobre los antiguos zapotecos y esto queda más claro con la aparición por vez primera, en 1983, de la antología Guie’ sti’ diidxazá. La Flor de la Palabra, posteriormente editada por la UNAM en su colección Nueva Biblioteca Mexicana, en 1999, y vuelta a publicar, por esta misma institución en coordinación con el CIESAS, en una versión corregida y aumentada en 2013,[1] donde incorpora un ejemplo de novela en zapoteco serrano a través de la escritura de Javier Castellanos Martínez. Este libro, con el cual De la Cruz se da a la enorme tarea de caminar por más de cien años de literatura, marca un hito en la historia de los binnizá y en la literatura nacional. Si bien en sus páginas se registra la compilación de más de un siglo de escritura creativa, donde retoma antiguos géneros como el libana, o sermón matrimonial, hasta la escritura en español, y nos presenta a variados autores, estilos y géneros (desde los nacidos a finales del siglo XIX hasta los que están publicando en este siglo XXI), es la parte del estudio introductorio la que enriquece de manera fundamental esta antología. Es ahí donde el autor nos cuenta cómo las palabras desenvainan palabras, diidxa’ ribee diidxa’; nos presenta su teoría sobre nuestros antepasados, los binnigula’sa, y nos devela la retórica indígena zapoteca, ya que según el mismo autor: “los antiguos zapotecos, fueron capaces de reflexionar sobre lo que hacían con la lengua y distinguían los usos o funciones que le daban: clasificaron y organizaron el manejo literario de su lengua de acuerdo con su percepción de la realidad y con la función que cumplía en determinados contextos”.[2]
Luego de innumerables horas estudiando la fuente filológica registrada por fray Juan de Córdova y de un exhaustivo trabajo etnográfico, De la Cruz logra hacer una importante clasificación de géneros de la literatura de los binnizá, que, basándose en sus funciones, organiza en tres grupos: los sagrados, los didácticos y los de entretenimiento. De este último grupo me permito compartirles una narración que entra en el género de la “mentira” y que fue recuperada de la oralidad por Víctor de la Cruz:
Ni zeguiziidi’ gusiguii
nuu tobi dxiqué —nácabe— racala’dxi’ guiziidi’ gusiguii. gúdxibeni bixhozebe. bixhozebe bicabi laabe:
—cheguseenda ‘lii ra nuu ni rusiidi’ guendarusiguii ndaani’ guidxi ri’, ti gu’ya’ pa zanda guiziidilu’.
ra yéndabe ra nuu ni rusiidi’ guendarusiguii que la? gudxi laabe:
—guidú’yanu pa ganda guiziidu’, pa naquiiñu’. chigusulunu nagásica. ruuyu’ ca birí candinde lu dani ca la?
—co’ –na ni zeguiziidi’–, qué ruuyadiá’ laacame, huaxie’ga rinaya’; riuudiaga’ huaxa ridxi cayúnicame ra ridxelasaacame.
na ni rusiidi’ que gudxi laabe:
—negue nou’ zedaguiziidilu’. biiya’ tu yechite. Lii maca nannu, zedaguisiguii sióu’ naa rarí’.
El que fue a aprender a mentir
Había uno antes —cuentan— que quería aprender a mentir. se lo dijo a su padre.
su padre le contestó:
—voy a mandarte con el maestro de los mentirosos de nuestro pueblo para que vea si puedes aprender.
Cuando llegó adonde estaba el maestro, éste le dijo:
—Veremos si tienes vocación. vamos a empezar ahora mismo. ¿Ves esas hormigas que están peleando sobre aquel cerro?
—No —dijo el aprendiz—, no las puedo ver porque estoy mal de la vista; pero sí oigo el ruido que hacen cuando chocan.
Entonces el maestro le dijo:
—¿Y cómo quieres que te enseñe? Ve a ver a quién engañas. tú ya sabes, lo único que pretendes es venir a engañarme.
Con esta antología, pues, se muestra no sólo la continuidad histórica de los binnizá o la vitalidad actual de nuestra literatura, sino también su importancia social en una época en la que los pueblos originarios parecen destinados a ser arrastrados por la globalización, creo, como lo consideró también Víctor de la Cruz, que es precisamente la literatura en nuestras propias lenguas la que nos puede ayudar al fortalecimiento ideológico e identitario.
* Poeta zapoteca, traductora y profesora. Representante de los Pueblos Indígenas de Latinoamérica y el Caribe ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en el Foro Permanente sobre cuestiones indígenas, para el periodo 2020-2022. Universidad Pedagógica Nacional del Istmo de Oaxaca.
[1] Víctor de la Cruz (estudio introductorio y selección), Guie’ sti’ diidxazá. La flor de la palabra, México, UNAM (Nueva Biblioteca Mexicana, 135) / CIESAS, 2013.
[2] Ibidem, p. 26.